El círculo caminaba tranquilo

Obras de la Colección Deutsche Bank en diálogo con obras del Museo de Arte Moderno
Puede visitarse hasta el 30 de julio, en el Museo de Arte Moderno (San Juan 350), de martes a viernes de 11 a 19 y sábados, domingos y feriados de 11 a 20. Entrada general 15 pesos. Martes gratis.





El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, presenta El círculo caminaba tranquilo, de obras sobre papel de la Colección Deutsche Bank en diálogo con obras del Museo de Arte Moderno.  La exposición, de más de 180 dibujos —con curaduría de Victoria Noorthoorn—, se presentó en la Deutsche Bank Kunsthalle de Berlín entre noviembre de 2013 y marzo de 2014 y llega a nuestro país para ampliar el diálogo con una selección de obras del Moderno. Un encuentro imperdible entre varios de los más destacados nombres del arte de los siglos XX y XXI como Lucian Freud, Joseph Beuys, Piet Mondrian, Marta Minujín, Georg Baselitz, León Ferrari, Kurt Schwitters, Salvador Dalí, Guillermo Kuitca o Louise Bourgeois, entre muchos otros, en una puesta en escena donde la arquitectura desaparecerá para dejar espacio a una sinuosa línea que volará por un fantástico espacio aéreo.



Una apasionada línea, de Berlín a Buenos Aires-
La exposición de Berlín ofreció una mirada curatorial, expositiva e histórica diferente sobre una de las mayores colecciones de obras sobre papel del mundo, la del Deutsche Bank, de más de 70.000 obras. Un acontecimiento artístico que no podía perderse el público de nuestro país y que, en esta oportunidad, se amplía al ingresar en escena el destacado patrimonio de obras sobre papel del Museo de Arte Moderno para generar un diálogo entre artistas europeos, norteamericanos, africanos y argentinos. Todos se encuentran en un espacio que se presenta a la percepción sin límites arquitectónicos, en el cual las obras parecen levitar, meditar, volar, como si fuese la materialización de una escena fantástica surgida de alguna narración entrañable. Ante todo, la exposición —como dice Noorthoorn— recuerda el «llamamiento a imaginar» de la imagen, e invita a preguntarse qué es lo que las imágenes desean, qué es lo que son, cuál es su poder y cuáles son las maneras en que logran hablar del mundo y de la existencia humana.




Grandes nombres y un espacio diferente
El círculo caminaba tranquilo. Esta frase forma parte del encantador cuento Genealogía del uruguayo Felisberto Hernández que inspiró, en parte, la propuesta curatorial de Noorthoorn y la puesta en escena de la artista, cineasta y diseñadora de exposiciones brasilera Daniela Thomas, convocada por la curadora. Como el círculo del conmovedor cuento de Hernández, la figura de la exposición emprendió un viaje a manera de peregrinaje a través de las obras de Roberto Aizenberg, Josef Albers, Ernst Barlach, Georg Baselitz, Thomas Bayrle, Joseph Beuys, Louise Bourgeois, John Cage, Alejandro Cesarco, Virginia Chihota, Tony Cragg, Salvador Dalí, Marina De Caro, Ernesto Deira, Juan Del Prete, Otto Dix, Jirí Georg Dokoupil, Marlene Dumas, León Ferrari, Lucian Freud, Héctor Giuffre , Alberto Greco, Katharina Grosse, Eva Hesse, Jörg Immendorff, Jiri Kolar, David Koloane, Ka?the Kollwitz, Guillermo Kuitca, Artur Lescher , Laura Lima, Anna Maria Maiolino, Marta Minujín, Piet Mondrian, Bernardo Ortiz, A. R. Penck, Gerhard Richter, Kurt Schwitters, Rosemarie Trockel, Max Uhlig, Kara Walker, Yente, entre otros artistas.

Las líneas que fluyen dentro de cada imagen, las líneas que vuelan de una imagen a la siguiente, animan el torrente dinámico de la exposición. «La línea de imágenes mentales no podía ser recta, dado que las líneas rectas sólo pueden ser producto de la razón. ¿Cómo hacer para que la estructura de la muestra honrase el espíritu de la exposición que, necesariamente, debía enrevesarse en función de las vueltas y meandros de la mente humana?», se preguntó Noorthoorn. La respuesta es un espacio en el que ha desaparecido la arquitectura y que presenta una amplitud a la percepción que se vuelve metáfora de la libertad de la mente creativa.




La libertad asociativa, una invitación también al espectador
Las imágenes de esta exposición sugieren entonces otro tipo de asociaciones a partir de esta propuesta espacial novedosa, que permite establecer convivencias impensadas, saltos inesperados, pasajes de pura poesía. Y el descubrimiento, en la medida que avanza el peregrinaje del propio visitante a la exposición, de diferentes paisajes que se abren aquí y allá, según la decisión que tome en cada momento de su camino. «A medida que nos adentramos en la exposición, podría pensarse que cada dibujo se funde o transmigra en el próximo, pero con un efecto acumulativo. La transformación y el movimiento que son el tema crucial de los turbulentos paisajes de Kurt Schwitters simbolizan el movimiento radical de la mente que le permitió a George Baselitz llevar a cabo su gesto subversivo de retratar el mundo cabeza abajo…», sostiene Noorthoorn. En tanto, «el impecable Mondrian realizó un guiño a Yente (Eugenia Crenovich) para que entrara en la exposición y desplegara su evidente pasión por el encuentro de las formas y por las mil maneras en que el lápiz puede encontrarse con el papel. Mientras que los colores de Alejandro Cesarco y de Mondrian estallaron desde sus confines para fluir en los dibujos de Katharina Grosse, los cuales no pudieron resistir la tentación de invitar a unos cuantos Gerhard Richter para ampliar la conversación».
Así la línea, que se desarrolla tranquila, que se despliega y crece, habla por momentos de nuestra existencia contemporánea, de nuestra soledad, introspección y necesidad de amor, así como de las ideas y vueltas del arte y los avatares del mundo, e invita al visitante a ser una parte ineludible, esencial, de su acontecer.




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